Modelo de certificado de buena ejecución

En la contratación pública y privada, las palabras no bastan. Para acreditar que un contrato, obra o servicio se ha ejecutado correctamente, la Administración o la empresa contratante necesita un documento formal: el certificado de buena ejecución.

Este certificado no solo avala el cumplimiento de las obligaciones contractuales, sino que también permite al contratista acreditar su experiencia profesional en futuras licitaciones.

En este artículo explicamos qué es, quién debe emitirlo, qué contenido mínimo debe incluir y cómo redactar un modelo válido conforme a la normativa española.

El certificado de buena ejecución es un documento administrativo o privado que acredita que un contratista o proveedor ha realizado correctamente una obra, servicio o suministro, cumpliendo las condiciones técnicas y plazos establecidos.

En el ámbito público, está regulado por la Ley 9/2017, de Contratos del Sector Público (LCSP) y sirve como medio de acreditación de la solvencia técnica o profesional (artículos 90 y 91).

En el ámbito privado, su emisión suele pactarse contractualmente y actúa como garantía documental de cumplimiento y cierre del proyecto.

Este documento tiene múltiples finalidades:

• Acreditar la correcta ejecución del contrato ante la Administración o cliente.
• Justificar pagos pendientes o la devolución de garantías.
• Servir como referencia en nuevas licitaciones públicas (demostrando experiencia previa).
• Evitar penalizaciones o reclamaciones por incumplimiento.
• Facilitar auditorías o certificaciones de calidad.

Su valor probatorio es especialmente relevante en licitaciones, ya que los pliegos de cláusulas administrativas exigen al contratista justificar experiencia mediante certificados de buena ejecución emitidos por clientes anteriores.

Depende del tipo de contrato y de quién lo haya adjudicado:

• En contratos públicos: lo emite el órgano de contratación o el director facultativo de la obra o servicio, tras comprobar que los trabajos se ajustan al contrato.
• En contratos privados: lo emite el cliente o responsable del proyecto, que certifica el cumplimiento.
• En subcontrataciones: el contratista principal puede emitirlo a favor del subcontratista, si se acredita la conformidad de la Administración.

En todos los casos, el firmante debe tener competencia técnica o jerárquica para certificar.

Aunque no existe un modelo único, un certificado válido debe incluir:

• Identificación de la entidad emisora (ayuntamiento, empresa, organismo, etc.).
• Datos del contratista o beneficiario (nombre, CIF/NIF, domicilio).
• Objeto del contrato: descripción clara de los trabajos, obras o servicios.
• Importe y plazo de ejecución.
• Fechas de inicio y finalización.
• Resultado de la ejecución: mención expresa de que fue realizada conforme a las condiciones técnicas y contractuales.
• Firma y sello oficial del responsable.

También puede añadirse referencia al número de expediente, adjudicación y normativa aplicable.

CERTIFICADO DE BUENA EJECUCIÓN
D./Dª [Nombre y cargo], en representación de [nombre de la entidad o administración], CERTIFICA:
Que la empresa [nombre del contratista], con CIF [CIF], ha ejecutado satisfactoriamente el contrato [número/denominación del contrato], relativo a [descripción breve de la obra o servicio], adjudicado por [órgano de contratación], por un importe de [importe en euros], con fecha de inicio [fecha] y finalización [fecha].
Que los trabajos se han realizado conforme a las especificaciones técnicas y condiciones establecidas, sin incidencias relevantes y con resultado satisfactorio.
Y para que conste a los efectos oportunos, se expide el presente certificado en [lugar], a [fecha].
Firma y sello
[Nombre y cargo del firmante]

Este formato puede adaptarse a distintos tipos de contrato, manteniendo siempre claridad y veracidad en los datos.

El certificado de buena ejecución tiene valor probatorio pleno si se emite por autoridad competente. En los contratos públicos:

• Permite acreditar solvencia técnica en nuevas licitaciones (art. 90 LCSP).
• Sirve como base para la devolución de garantías (art. 111 LCSP).
• Contribuye a la liquidación del contrato y cierre del expediente.

En procedimientos judiciales o de control, este documento puede presentarse como prueba documental, reforzando la posición del contratista frente a reclamaciones o impagos.

Aunque a menudo se confunden, no son lo mismo:

• El acta de recepción es un documento formal que acredita la entrega y recepción de la obra o servicio, con o sin reservas.
• El certificado de buena ejecución evalúa la calidad y conformidad del trabajo realizado, siendo emitido normalmente tras la aceptación del acta.

Ambos documentos son complementarios y necesarios para el cierre correcto del contrato.

• Verificar los datos exactos del contrato y fechas.
• Evitar expresiones ambiguas o genéricas.
• Incorporar sello y firma original.
• Conservar copia en el expediente administrativo o carpeta técnica durante al menos cinco años.
• Digitalizarlo para licitaciones electrónicas (plataformas de contratación pública).

Un certificado mal redactado o incompleto puede perder validez o generar conflictos posteriores.

El certificado de buena ejecución es más que una formalidad: es la garantía escrita de que el trabajo se ha cumplido conforme al contrato.

Para el contratista, representa prestigio y solvencia futura; para la Administración, seguridad jurídica y trazabilidad.

Emitirlo correctamente refuerza la confianza entre las partes y demuestra que la gestión pública puede ser rigurosa y transparente hasta el último detalle.